Estrategias de emprendimiento para dinamizar la economía global estancada

https://cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/eluniversal/4YGCAT24QVG4DINMRINAHJIZAM.jpg

En un entorno de crecimiento económico moderado y desafíos estructurales que impactan tanto a economías desarrolladas como en desarrollo, el emprendimiento emerge como una herramienta potente para dinamizar el sistema económico a nivel mundial. La ralentización del crecimiento, intensificada por tensiones geopolíticas, crisis climáticas, cambios en la demografía y la persistencia de desigualdades sociales y tecnológicas, obliga a reconsiderar las estrategias de desarrollo convencionales. En este contexto, la creación de nuevas empresas y modelos de negocio se presenta como una manera eficaz de revitalizar la productividad, generar empleos de calidad y fomentar la innovación.

A lo largo de los últimos años, se ha evidenciado que las economías con una significativa actividad emprendedora tienden a ser más fuertes ante crisis. Esto se explica porque los emprendedores aportan dinamismo a los mercados, cuestionan modelos tradicionales y crean soluciones innovadoras a problemas complejos. Desde la digitalización de servicios hasta maneras de producción más sostenibles, el emprendimiento tiene el potencial de revolucionar sectores completos y contribuir al valor económico y social simultáneamente.

No obstante, para que este potencial se convierta en un impacto concreto y significativo, es fundamental que haya condiciones propicias que faciliten la creación y el crecimiento de startups. Este entorno debe contar con regulaciones ágiles, acceso a financiamiento, beneficios fiscales, sistemas educativos que fomenten el pensamiento crítico y la solución de problemas, además de redes de soporte empresarial.

En el contexto actual, un gran reto es la disminución constante de la productividad en varias economías, incluyendo aquellas con avanzada tecnología. El emprendimiento tiene el potencial de revertir esta tendencia a través de la implementación de tecnologías innovadoras, estructuras organizativas ágiles y ofertas de valor más orientadas al cliente. Al promover la competencia y desafiar la inercia de compañías establecidas que se vuelven menos eficaces, los nuevos proyectos sirven como impulsores del cambio.

Además, el emprendimiento también cumple un papel crucial en la generación de empleo. Las pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales surgen como emprendimientos, representan una parte significativa del empleo formal en la mayoría de los países. Al apoyar a emprendedores locales, se pueden reducir las desigualdades económicas y territoriales, impulsando el desarrollo en comunidades que tradicionalmente han quedado al margen del crecimiento económico.

Por otra parte, el emprendimiento social está cobrando mayor relevancia como respuesta a desafíos globales como el cambio climático, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la exclusión digital. Este tipo de iniciativas combina la lógica empresarial con un propósito social o ambiental, generando impacto positivo más allá del beneficio económico. La integración de estos valores en el ecosistema emprendedor es fundamental para avanzar hacia una economía más justa y sostenible.

Para maximizar el potencial del emprendimiento, es fundamental disminuir las barreras que encuentran ciertos grupos de la sociedad, como las mujeres, los jóvenes y las personas migrantes. Incluir estas voces no solo es una cuestión de justicia, sino que también aporta una variedad de ideas y visiones en la creación de nuevas empresas. Las políticas públicas que promueven la equidad en las oportunidades pueden incrementar la cantidad de individuos que optan por emprender y amplificar el impacto total sobre la economía.