¿Casi una hora y media de cola para ingresar a cine? Uno no se parecería a esperar para comer en un restaurante recomendado, pero para ver Los asesinos de la flor de lunala nueva película de Martin Scorsese, con leonardo dicaprio y Robert De Niro como protagonistas, si.
Y si llueve, como sucedió de a ratos, también.
Tanto la Sala Lumière, donde fue la Gala y fueron presentados los tres artistas incluidos, como la Debussy (reservada para la prensa) estaban repletas, con entradas agotadas desde hacía cuatro días, apenas se pusieron para reservar online.
La historia es real, y ya veremos la formada en que la adaptó el director, que no pisaba la Sala Lumière desde Después de hora, en 1985. Aunque apenas más corto que el irlandéssu anterior filme, los 206 minutos de la adaptación del libro del periodista David Grann no se siente en el cuerpo. Scorsese Estas son las pocas películas de Hollywood que pasaron los 70 años (él ya tiene 80) que se modernizaron, que no tiene subidas y bajadas o películas de las que arrepentirse.
En la década de 1920, los integrantes de la comunidad nativa de los Osage eran los estadounidenses más ricos per cápita, luego de que descubrieran los pozos de petróleo bajo sus tierras inhóspitas. Por supuesto que los supremacistas blancos no iban a estar de acuerdo con esto, y una serie de horrendos asesinatos y desapariciones comenzaron a sucederse.
La película muestra como estas muertes quedan sin resolverse, e inclusive como un fallecimiento es tildado de suicidio, cuando vemos que a esa mujer le dispara un hombre que luego le pone la pistola en su mano.
En Fairfax, esa zona de Oklahoma, llega Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio, peinado a lo Calculín). Cuando cae del tren, lo están esperando para llegar a ver a su tío, una suerte de terrateniente, pero sin petróleo. Bill Hale (Robert de Niro) el pide que lo llame como antes: Rey. Is el tipo más de la zona, uno que se las da de buenito, pero que maneja el pueblo, sheriff incluido, y está detrás de la defraudación de, al menos, una familia de Osage.
Yes así como este recién llegado “héroe” de la Primera Guerra mundial (aunque solo fue cocinero) encuentra una manera de progresar, y hacerse rico. Su tío no tarda en convencerlo en que debe casarse con Mollie (Lili Gladstone), cuyo patrimonio siendo Osage es altísimo. Y, curiosamente, de a poco van falleciendo sus hermanas, y su madre.
El calculo es sencillo: toda la fortuna pasara a la familia Hale. Un Ernest, claro. Y si le pasara algo a él, a su tío King.
No era difícil defraudar a los Osage, solo existen los certificados de «incompetente» y necesarios para algún blanco asignado para administrar sus fondos. Otra manera de explotación es firmar políticas de seguro, como hace King con Henry Roan (William Belleau). Hay instintos donde King va a hacer.
Violenta, pero no tan violenta
Por hacer, Los asesinos de la flor de luna no es de las peliculas mas violentas del director de pandillas de nueva york -OK, hay una cabeza destrozada desde la nuca-. Tan cierto como que los nativos cada vez que pueden asegurar que se cargarán a quienes hayan producido esos asesinatos. Porque saben que en el Gobierno a nadie le importa esclarecer los asesinatos. Y van a tener que pagar para lograr que alguien investigue.
Decimos que Scorsese favoreció algo sobre otros aspectos de la novela. No es tanto la pesquisa del recién formado FBI, con J. Edgar Hoover a la cabeza (que solo se lo menciona), o sobre un blanco salvador (el agente Tom White, que compone Jesse Plemons), ni se sigue a las víctimas, el Osage.
No. Scorsese, que siempre amó a los malos, a los corruptos, a los que pueden cometer actos de violencia sin que se les mueva un pelo -más si no se ensucian las manos, sino que los ordenan-. el director de Conductor de taxi eligió un punto de vista -el de los criminales, y no los otros. Suele hacerlo en sus films sober gangsters, ¿por qué no habría de hacerlo con los de DiCaprio y De Niro?
DiCaprio sostiene el papel más repugnante que haya elegido en su carrera, y nada de esto tiene que ver con fruncir el ceño la mayor parte del metraje. Debe tomar decisiones que lo corren desde lo moral, y como en Había una vez… en Hollywood, en la que Tarantino lo hizo llorar ante cámara, aquí debe mostrarse vulnerable. Débil, pero si se quiere, despiadado.
Pero lo que es un lujo es ver a De Niro, cómo King lo engaña al Ernest de DiCaprio con su lengua de víbora. Sus dos tipos de actuaciones diferentes, que Scorsese sabe manejar con mano firme.
Y hay una escena, la del chas chás de De Niro a Dicaprio de la que seguramente se va a hablar mucho cuando se estrene en cines (y por AppleTV+, luego), de octubre.
Y tanta es la diferencia entre lo que Scorsese se centró en De Niro y DiCaprio, que tanto Jesse Plemons como el recuperado Brendan Fraser (aunque parece salido de la filmación de La ballena) casi no pueden hacer nada con sus roles.
¿Y los Osage? Bien, gracias, son algo así como extras en una fiesta ajena, aunque el director elija abrir y cerrar la película con la comunidad nativa.
El director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto, que viene a rodar como Scorsese en su última película, se lee en esta selección de colores, incluyendo especialmente una escena que deslumbra. Bañada en oro, en realidad un amarillo rabioso por el fuego, en la que hay un campo ardiendo, con las figuras de campesinos entrecortados.
Tal vez demasiado extensa, Los asesinos de la flor de luna (Las flores que nacen silvestres) es un espectáculo para ver en una pantalla grande. Lo vamos a recordar en octubre.