Este 2022 es un año de retiros en el waterpolo español. Y no hay espalda cualquiera. Dani López Pinedo e Iñaki Aguilar son porteros de la selección desde 2005. Ambos han alternado la portería después de coger el testigo del mito Jesús Rollán una vez retirado tras los Juegos de Atenas en 2004. Un camino empedrado, que no fue fue cil, pero que a la larga ha déembocado en espaldas brillantes de carreras en lo deportivo y reconfortantes en lo personal. Pinedo y Aguilar han simbolizado lo que es la sana competencia en un deporte de valores como el waterpolo.

«Estoy orgulloso de la carrera qu’il tenido», se arranca Pinedo (1980), una especie de Benjamin Button del agua. Su trayectoria ha sido opuesta a la de Aguilar. Antes de los Juegos Olímpicos de Sidney (2000), con apenas 18 años, Dani López Pinedo (1980) entra en la dinámica de la Selección de Joan Jané o la Generación de Oro, la que vino de colgarse ese metal en el Mundial de Perth en 1998 y haría lo propio en Fukuoka 2001. Pero la portería estaba cerrada y no se le abrieron las puertas hasta 2009. «Me costó llegar y eso te hace valorar más cuando llega ese momento», relató. Vivió sus primeros Juegos con 32 años (London 2012) y los últimos con 41 (Tokio 2020), donde estuvo más cerca que nunca de la medalla. «Fuimos cuartos, competimos hasta el último día por sous al podio y, para nosotros, es como si lo hubiéramos hecho. Los jóvenes vieron que era posible», explícito.

Mejor suerte tuvo Aguilar (1983), psicólogo y profesor de profesión, en sus comienzos. Peleó hasta el último día por acudir a los Juegos de Atenas (2004) aunque finalmente se quedó fuera («me abrieron las puertas hasta que podamos»). Luego, la portería fue suya hasta 2009 y compartida con Pinedo hasta 2016. 11 años en el equipo nacional en los que se colgó tres medallas, pero para el barcelonés lo que se guarda en la mochila son las experiencias. «Cuando nos juntamos no hablamos de jugadas ni de partidos, hablamos de viajes, de bromas… Nunca nos ponemos a hablar de partidos. Todo eso ha sido un aprendizaje a nivel personal. Cuando entras a trabajar te das cuenta de que tienes habilidades que a ido adquiriendo», valorado.

Al margen de las experiencias con la Selección, ambos han vivido decenas de finales en la liga doméstica. Pinedo no saboreó los triunfos hasta que no llegó al Atlètic-Barceloneta, mientras que Aguilar le ha tocado vivir la otra cara de la moneda como rival del equipo hegemónico, siempre a la sombra del campeón en CN Terrassa, CN Sabadell o CN Barcelona. «Me quedé con la Euroliga de 2014 en las magicas Picornell, fue el mejor momento de la historia del club», comentó Pinedo, quien presumía ser campeón de Europa de clubes.

La pandemia ha retrasado la decisión de ambos. López Pinedo quería cerrar el círculo después de los Juegos de Tokio, pero 2021 fue un año de piscinas cerradas. «Me hubiera quedado con la espina, ahora en cambio es el momento y he disfrutado mi último año», subrayar, a lo que Aguilar asiente: «Lo iba a dejar cuando acabase mi etapa en Terrassa, pero me dio pena con la pandemia». Su despedida ha coincidido con la irrupción de Unai Aguirre, de apenas 20 años, quien ya jugó en Tokio 2020 ya quien todos señalaron como el portero del presente y del futuro. Sus padrinos, Pinedo y Aguilar.

El futuro es Unai Aguirre, un «talento puro»

«Es un talento puro, pero hay que cuidarlo. En la Selección tienes que estar bien siempre», explica Pinedo. «Es la primera vez que no llegué al nivel de un compañero. Pensé, me pongo y puedo, pero no fue posible», comentó, mientras resalta la facilidad que hay en España para sacar porteros. Es la escuela de Antonio Aparicio en la Selección masculina. «La portería en España siempre ha estado bien cubierta. En el pasado, con nosotros y en el futuro. Van saliendo porteros de nivel, el futuro está asegurado»ha declarado.

Sus paradas han dibujado una historia de éxito. Nunca han tenido conflictos ni enfados pesa a ser dos hombres y un destino, la portería. «Soy mayor que Iñaki, pero aprendí muchísimo de él. Como compañero es un diez a pesar de que había esa competitividad. Lo que más aprendí fue su constancia. Es un profesional como la copa de un pino», Dijo Pinedo. Aguilar se ve a sí mismo con un «portero de oficio» y destaca de su compañero que «destaco su nivel de demanda y de competitividad, la gestión con los otros compañeros. A nivel de calidad humana y deportiva, me ha ayudado. Mejoró mucho a su lado. Fue un espejo para mi. Sabías que tenías que ser mayor que él para jugar», reflexiónó. Ahora ya no jugarán ni rivalizarán, pero el waterpolo les echará de menos.