Acostumbrada a las manifestaciones, la familia Worms pudo, por primera vez, trasladarse con toda su fuerza al Puerto Viejo para manifestarse en contra de la reforma de las pensiones. «Los sábados lo ponemos más fácil: no nos hacemos preguntas para organizarnos», señala Carole, de 43 años, la madre, elegido varios de izquierda en el pueblo de La Bouilladisse. Para la ocasión, luce uno de los chalecos rojos de la CGT de su esposo representante sindical. Roxane, de 14 años, su hija de secundaria, hizo lo mismo. Aparece por primera vez desde el inicio de la disputa. “Nadie habla de eso en la universidad.ella se arrepiente. Los otros que salen prefieren ir de compras que estar allí. » Su hermano Maxime, de 16 años, participó en el bloqueo de su escuela secundaria en Aubagne durante la semana. Y siente la misma falta de interés de sus compañeros. «Éramos como veinte… los demás no se preocupan», el observa

Preocupado, Jean-Pierre Worms, el padre, de 44 años, delegado nacional de la CGT en la industria de la electricidad y el gas, lo está especialmente. La votación del artículo primero de la ley de pensiones en la Asamblea Nacional implica el fin del régimen especial de pensiones para su sector. “Nos hablan de justicia y rompemos nuestro sistema, que sobra”, se enfada A su lado, abunda Florence Chodacki, de 43 años, amiga de la familia. Ella es una empleada privada y no pudo viajar durante las primeras manifestaciones: “Entre semana es complicado dejar mi trabajo. El sábado lo aprovecho, asegura mientras se pone en marcha la procesión de Marsella, menos densa que las anteriores.