L“La Unión Europea (UE) ha hecho del desarrollo del hidrógeno una prioridad. Plan REPowerEU se ha fijado objetivos ambiciosos de aquí a 2030. El Derecho de la competencia ha tergiversado su rechazo a las ayudas estatales al reconocer que el hidrógeno podría constituir un importante proyecto de interés común europeo (IPCEI) cuyas dos primeras oleadas (relacionadas con la fabricación de tecnologías clave y el desarrollo de usos) representan 10.600 millones de euros en autorizaciones de ayuda estatal por parte de la Comisión. Se ha decidido la creación de un banco de hidrógeno, dotado con 3.000 millones de euros.

A nivel normativo, la UE también está en proceso de actuación a través del proyecto actualmente en discusión para la revisión de la directiva sobre energías renovables (conocido como «ROJO 3») y la directiva sobre hidrógeno y gas. El proyecto RED 3 da un gran impulso al hidrógeno al establecer, o así lo propone la Comisión, objetivos ambiciosos para el hidrógeno renovable electrolítico, es decir, el hidrógeno producido por la fragmentación de la molécula de agua, para 2030 y 2035 en la industria.

¿Significa esto que todo es para bien? Probablemente no. Porque uno de los puntos clave de esta reforma es tener en cuenta el tipo de energía primaria utilizada para alcanzar este objetivo. La UE está dividida. Ocho Estados miembros, entre ellos Francia y siete de Europa Central y del Este —incluidos Hungría y Polonia— enviaron una carta al Comisario de Energía el 25 de octubre de 2022, solicitando que se tuviera en cuenta el hidrógeno descarbonizado de origen nuclear en los objetivos adoptados.

Un problema ambiental

La disposición fue asumida por la Presidencia checa de la UE y apoyada por una coalición industrial en una carta del 28 de noviembre, reuniendo alrededor de Francia Hidrógeno los representantes de los sectores europeos de los futuros principales usuarios de hidrógeno libre de carbono.

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Varios Estados miembros se oponen. Alemania, tras sumarse a la posición francesa mediante el acuerdo de solidaridad energética del 25 de noviembre, cambió de posición, combatiendo la posición francesa en diciembre.

La declaración franco-alemana del 22 de enero parece sellar un nuevo acuerdo entre ambos Estados, que se compromete a garantizar que el hidrógeno “puede tenerse en cuenta en los objetivos de descarbonización fijados a nivel europeo”. Este acuerdo podría permitir concluir las negociaciones sobre la directiva de energías renovables en las próximas semanas, si le siguen esta vez efectos reales en las conversaciones europeas.

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