Comenzado con optimismo, a raíz de una recuperación económica post-Covid-19 (crecimiento del 6,8% en 2021), el año 2022 termina para la economía francesa con una nota mucho más mixta. El producto interior bruto (PIB) muestra un aumento muy pequeño del 0,1 % en el cuarto trimestre, según los indicadores publicados el martes 31 de enero por el INSEE, lo que eleva el crecimiento de Francia al 2,6 % en el conjunto del año, ligeramente por debajo de las expectativas de Bercy, que contaban con un 2,7%.
No obstante, ante los choques que se sucedieron a lo largo del año –la ola Omicron, la invasión rusa de Ucrania, la crisis energética y, sobre todo, el repunte de la inflación–, las cifras publicadas dan fe de la «resiliencia excepcional» de la economía francesa, dio la bienvenida al Ministro Bruno Le Maire.
En una inspección más cercana, los resultados son quizás un poco menos extravagantes. «Esta cifra del 2,6% es una buena noticia, porque podríamos haber temido una caída, pero el impulso del año es débil», subraya Nicolas Carnot, director de estudios y síntesis económicas del INSEE. De hecho, la economía francesa comenzó el año con fuerza, con una proyección de crecimiento del 2,3%, lograda en los últimos meses de 2021. La progresión de la actividad real, en 2022, es tenue. Sobre todo, el despliegue de crecimiento del 2,6% enmascara un fuerte descenso entre la situación de las empresas, todavía sanas a pesar de las crisis, y la de las familias, azotadas por la inflación.
“Las empresas han sido capaces de seguir produciendo más de lo esperado”
“El consumo de los hogares vuelve a ser el punto débil”, observa Maxime Darmet, economista de Allianz Trade. A pesar de la temporada navideña, propicia para las compras, el consumo cayó un 0,9% en el cuarto trimestre. En el conjunto del año, solo cayó un 2,7%, la mitad que en 2021. Con una caída del 4,6% en las compras, los hogares se vieron especialmente restringidos en los precios de los alimentos -donde la inflación alcanzó el 12%- y de los bienes manufacturados.
Y siguieron, de buena o mala gana, las exhortaciones a la sobriedad energética. El consumo de energía cayó un 5,5% en el cuarto trimestre y un 4% para el conjunto de 2022. Esto, a cambio, tiende a mejorar un poco el comercio exterior, ya que contribuye a una reducción de las importaciones.
“Mientras los indicadores relacionados con los hogares son bastante negativos, los relacionados con las empresas sorprenden al alzacontinúa Stéphane Colliac, economista de BNP Paribas. La producción industrial aguantó mejor de lo temido, lejos en todo caso del descenso del 10% anunciado a principios de invierno. Las empresas pudieron continuar produciendo más de lo esperado. »
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