«Alguien es realmente bueno cuando tiene que cambiar las reglas del deporte para frenarlo», dice Shaquille O’Neal. Y esta hablando de si mismo. Aunque, sin quererlo, también de lo que pasa por estos días con Emiliano Dibú Martínez. An arquero, that revolucionó el puesto y marcó una época. Siempre y cuando el fifa (o la International Board) acaba de sacar una»ajuste anti Dibu«. Sí, basta de hablar mal y «mirá que te como hermano». Desde ahora, el portero deberá quedarse paradito en la línea, sin distraer al pateador (como si no tuviera ventaja al enfrentarse a un tipo que debe cubrir un rectángulo de 7.32 por dos metros cuarenta y cuatro), y ni siquiera podrá marcarle la punta adonde debe ejecutar. Aunque, vale decirlo, no es la primera vez que la actuación de un deportista provocó un cambio en las normas de su disciplina.
Kareem Abdul Jabbar era una bestia de dos metros dieciocho que brilló en la etapa antes de Erwin «Magic» Johnson y también durante los días del inolvidable Showtime. «Es el atleta más fantástico del deporte», dijo EMJ al periodista Gary Smith, sin exagerar.
Antes de convertirse al islamismo, Jabbar se llamaba Ferdinand LewisAlcindor Jr.., un chico nacido en Harlem el 16 de abril de 1947 al que no había cómo frenarlo. A los 9 años ya media un metro setenta y cinco ya los 14 había superado los dos metros: 2.03, exactamente.
Llamó la atención rápido el joven Ferdinand. En su temporada debut en las preparatorias llegó un metro de 56 puntos en un partido y el promedio de ese primer año superaba los 28 por encuentro disputado. Kareem se cansaba de volcarla. Un constante «En tu cara» que se convierte en un bucle de básquet universitario.
Así, en la temporada de 1967 de la NCAA (National College Athletic Association), se prohibieron enterrar la pelota en el aro, pero el genio estaba en su etapa de plenitud creativa y patente el historico sky-hook“ese ganchito” que quedó registrado en Los Angeles Lakers y en el histórico título de Milwaukee Bucks desde 1971.
Veinte años después pasaron (sí, ¡veinte años!) hasta que se quitó esa regla absurda. Ferdinand Lewis Alcindor Jr ya era Kareem Abdul-Jabbar y, con todo su abanico de posibilidades a disposición, llegó a convertir 38.387 puntos en la historia de la NBA: the paradoja es que dentro de ese exorbitante número metió un triple solo. Recién este año, el 7 de febrero de 2023, Lebron James quitó el récord como máximo anotador de todos los tiempos en la liga americana.
«Ni Pelé ni Maradona», Higuita
«Pelé y Maradona fueron grandes, pero no hicieron cambiar una regla FIFA», grita a toda voz, se jacta, la Rana René Higuita. Es que, la mayoría recordara el error del colombiano frente a Roger Milla en los octavos de final de Italia 90 que decretó la eliminación de las cafeterías y la clasificación de Camerún, pero ese Mundial fue una verdadera bisagra en la historia del puesto del arquero. Se podría decir que Higuita abrió la puerta hacia la modernidad.
En Italia 90, René Higuita juzgado como un verdadero líbero transgrediendo todo lo conocido hasta allí para el puesto de arquero (claro que antes había existido el Loco Gatti o mucho más lejos, Amadeo Carrizo) y de alguna manera adelantándose a la era que impuló Pep Guardiola cruzado por Víctor Valdés.
La experiencia de René en la que Mundial impulsó la «Ley Higuita» que agilizó el fútbol. Después del mundial tano, antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, se aplicó una nueva norma en la que los arqueros ya no pueden recibir el pase con el pie de un defender y tomar el balón con la mano.
Siempre arriesgándose, años más tardes Higuita patentó el escorpión. Sin embargo, de lo que más se jacta el arquero es de haber cambiado una regla FIFA, «algo que no hieron ni maradona ni Pelé».
Bob Gibson y «El año del lanzador»
Bob Gibson fue uno de los grandes lanzadores en la historia de las Grandes Ligas. Pero el punto culminante de su carrera es la temporada de 1968: fue tan dominante que la MLB tuvo que cambiar dos reglas. Primero, achicó la zona del strike, que antes estaba delimitada entre los hombros y las rodillas. A partir de entonces, es achicó casi 13 centímetros (pasó de 38,1 a 25,4) o sea que el lanzamiento debería ingresar entre las axilas y las rodillas para considerarse válido.
Aquel fue grabado como «El año del lanzador», en clara alusión a la temporada de Gibson. En promedio de carreras limpias fue de 1.12 por partido, todo un registro para una época en la que ya se jugó con «pelota viva». Además, lanzó más de 300 entradas, donde eliminó a bateadores muy rivales en cada turno de lanzamiento.
A pesar del cambio de reglas, Gibson siguió dominando hasta su retiro, en 1975; incluido, fue convocado a tres All Star Games más (ya había estado en seis) y terminó su carrera con 251 partidos ganados, 3.117 ponches y 2.91 carreras por partido.
Mikan Rule y el estándar Hack-a-Shaq de la NBA
La NBA quizás sea la liga más dinámica en cuanto al cambio de reglas. En la década de los 50, la parición de Jorge Mikan, un gigante de dos metros con ocho centímetros y 111 kilos sorprendió al mundo de la NBA. ‘El Monstruo’ pesa 111 kilos y literalmente rompió la afinación del basquet, produciendo muchos cambios que siguieron hasta estos días. Una de ellas fue la llamada «Mikan Rule» que consistía en ampliar la zona pintada (de 1,8 a 3,6 metros) y que Mikan no pudiera permanecer más de tres segundos en un área tan próxima al aro.
En 2001, de la mano de Shaquille O’Neal y Kobe Bryant, Los Ángeles Lakers consiguieron su segundo título consecutivo y el talento de 9 se sumó a la potencia física de 34, ya en claro que iba a ser muy difícil frenarlos. Así, la NBA permitió intencionalmente la defensa de para-zona en la mejor calidad que regresó a Orlando en 1996.
¿Qué tan efectiva fue la nueva regla? Los Lakers volvieron a ser campeones en la temporada 2001-2002, consiguiendo tres anillos al hilo y «Shaq Attaq» se convierte en el MVP de las últimas finales.
Pero Shaquille tenía defectos y su punto débil era el lanzamiento desde la línea. Entonces, la táctica era cortarlo para que lanzara y así evitar que sumara de a dos. Los jugadores se turnaban «para pegarle» and no cargarse de faltas, algo que debajo del aro ya habían sufrido Wilt Chamberlain o al Gusano Dennis Rodman.
Recibido en 2016, cinco años después de la retirada del pivote, la NBA impulsó un reglamento para controlar el hack-a (que antes era hack-a-Shaq), que consistía en cortar el juego en momentos clave y hacerle foul a los malos tiradores (como era el caso de O’Neal) y comenzó a castigar esas faltas con tiros libres y posesión en los dos últimos minutos de cada cuarto.
Fue tan potente el paso de Shaquille O’Neal por la NBA que recuperó el material de los tableros porque volcaba la pelota con tal agresividad que los hacía explotar.
«Alguien es realmente bueno cuando tienen que cambiar las reglas del deporte para frenarlo«, parloteó Shaquille O’Neal. Y, como Dibu, Jabbar o Gibson, sabe que marcó una época.