Durante una intervención en el Instituto Cervantes de São Paulo, la escritora Rosa Montero abordó los riesgos que representa el desarrollo de la inteligencia artificial, al advertir que la humanidad podría estar gestando “un Dios indiferente”, una entidad autónoma y superior con la que no sabremos cómo relacionarnos ni controlar. La autora participó en el marco de su visita a Brasil para la Fiesta Literaria Internacional de Paraty (FLIP), donde compartió sus reflexiones sobre el impacto de esta tecnología en la sociedad actual.
Un aviso sobre el poder no regulado
Rosa Montero, con una trayectoria consolidada tanto en el periodismo como en la literatura, expresó que si bien la inteligencia artificial tiene el potencial de facilitar la vida cotidiana, su desarrollo se está llevando a cabo con una ceguera preocupante. En sus palabras, “nos estamos entregando a ciegas” a una tecnología que encierra múltiples peligros. Entre ellos, mencionó la capacidad de la IA para manipular la mente humana sin que las personas sean conscientes de ello, al punto de moldear comportamientos y decisiones según sus propios parámetros.
En este sentido, la autora considera que la inteligencia artificial está avanzando a un ritmo autogenerativo, con una lógica que escapa al control humano. Afirmó que, si no se establecen límites adecuados, existe la posibilidad de que esta tecnología derive en un escenario de dominación o incluso de extinción de la especie humana.
Un Dios indiferente y la amenaza de la deshumanización
Montero describió a la IA como «un Dios distante», una inteligencia que sobrepasa con creces a la humana, mas desprovista de sensibilidad, empatía o lazo emocional. Desde su perspectiva, es un tipo de inteligencia no humana que excede los límites de comprensión actuales y frente a la cual los humanos podrían verse relegados a una especie subordinada. «Podemos llegar a ser las hormigas de la inteligencia artificial», advirtió la escritora, refiriéndose a una posible estructura futura en la que la humanidad pierda su posición predominante.
Durante su exposición, Montero retomó también las advertencias de científicos especializados en IA que han comenzado a abandonar sus cargos en grandes corporaciones tecnológicas para alertar sobre la falta de control en el desarrollo de esta herramienta. En su opinión, aún es posible intervenir mediante la legislación, siguiendo ejemplos históricos donde la humanidad ha logrado establecer límites éticos a avances científicos, como ocurrió con la clonación humana.
La escritura como herramienta para comprender
Además de reflexionar sobre la tecnología, Rosa Montero compartió fragmentos de su experiencia personal vinculada a la escritura, especialmente tras la pérdida de su pareja. En este contexto, evocó su obra La ridícula idea de no volver a verte, un texto que escribió tras dos años de duelo y que ha sido traducido a numerosos idiomas. La autora explicó que, ante una pérdida significativa, no se trata de recuperar lo perdido, sino de reconstruir la propia existencia: “lo que haces es inventarte otra vida”.
La autora destacó que su proceso de creación surge del deseo de comprender y encontrar significado a sus propias obsesiones. Según su perspectiva, la escritura no es un acto pedagógico, sino una manera de explorar lo personal. “Escribes sobre aquello que te obsesiona para intentar comprenderlo, para tratar de sanar las heridas de la existencia”, manifestó. Explicó que su método de trabajo comienza con ideas espontáneas que anota con una pluma estilográfica y que, eventualmente, pueden convertirse en una nueva obra.
Un llamado a la conciencia colectiva
Las palabras de Rosa Montero en Brasil cobran importancia en un periodo de intenso debate acerca del uso ético de la inteligencia artificial y sus consecuencias sociales. Desde su enfoque literario y humanista, la escritora subraya la urgencia de intervenir oportunamente para prevenir que el progreso tecnológico relegue a la humanidad de su papel principal. Su mensaje se percibe como una advertencia sobre los riesgos de delegar el futuro a sistemas que, a pesar de su inteligencia, carecen de esencia humana.
El mensaje de Montero no se limita a ser una crítica, sino que también es una incitación a meditar acerca del balance entre progreso y obligación. En una sociedad que avanza rápidamente hacia la automatización, la conciencia común se presenta como el único remedio ante un desarrollo tecnológico que, sin control, podría seguir un camino sin retorno.