El suspenso duró poco: “Lamentablemente no tengo anuncios que hacerles”, respira Jean-Michel Jolion, delegado para la consulta estudiantil del Ministerio de Educación Superior, antes de volver a sentarse en el gran salón de la Sorbona. Sin embargo, la audiencia fue todo oídos, el martes 14 de febrero, durante la primera conferencia territorial de la vida estudiantil en Ile-de-France, impaciente por descubrir las modalidades de reforma de las becas sobre criterios sociales, piedra angular de la lucha contra la precariedad de los estudiantes, que está progresando particularmente en las universidades.

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Esta reforma -una arlesiana desde el primer quinquenio de Emmanuel Macron- se esperaba para enero, luego para febrero. Finalmente, no debe concretarse hasta marzo, explica la comitiva de la ministra de Educación Superior, Sylvie Retailleau. En un contexto social tenso, el gobierno probablemente está jugando a lo seguro. La movilización de los estudiantes contra la reforma de las pensiones sigue siendo limitada, pero podría dar otro giro en caso de anuncios que se consideren demasiado tímidos.

Según un documento interno que El mundo obtenido a mediados de enero, ya está listo un escenario para el inicio del curso 2023, que consiste en desempolvar el actual sistema de asignación elevando la escala de referencia para el cálculo de becas en un 13,9%, lo que podría integrar un 10% de becas adicionales titulares (+71.000) y pasar al siguiente nivel al 40% de los beneficiarios actuales (288.000). Todo a un coste de 572 millones de euros en un año completo.

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“Ilegibilidad de nuestras ayudas sociales”

En otoño, a petición de Sylvie Retailleau, están previstas consultas regionales en las academias para alimentar la obra de Jean-Michel Jolion. “Podemos mejorar la gestión, el circuito financiero, la organización y la calidad de los servicios”, cree Bénédicte Durand, vicerrectora de Educación Superior de Ile-de-France, después de ocho viajes a las universidades de Ile-de-France con 250 estudiantes electos. Ile-de-France ocupa un lugar especial, como la región estudiantil más grande, con una cuarta parte de la mano de obra nacional, o 730.000 estudiantes.

El público de Ile-de-France está, sin duda, en precariedad más que en otros lugares, según Cécile Tagliana, comisionada de prevención y lucha contra la pobreza en la prefectura de la región. “Debemos reconocer la ilegibilidad de nuestra asistencia social. Los jóvenes no tienen experiencia de cómo funciona nuestro sistema de protección social”, ella señala. Y los alumnos de hoy no son los de ayer: “Son un reflejo de la diversidad de la sociedad y de las familias que no han impuesto el capital social que eran las familias de los estudiantes hace cuarenta años. »

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