Me dejé buen cuerpo la salida de Asensio en Praga. Ingresó al partido con un brío nuevo, diferente de esta área cautelosa con el que le veo en el Madridas el que mete un pie en el agua para ver si está fría y merece o no la pena tirarse. En su primera intervención arrancó por la banda izquierda y soltó un tiro cruzado muy preciso que pegó en el palo y volvió casi en su misma dirección. Al explicar por qué le había recuperado para la Selección, Luis Enrique dijo que no hay ni seis jugadores en el mundo con el disparo de Asensio, y creo que no exageraba. Tiene eso y la precisión de sus envíos. De su bota salió el centro del 2-2.

Pero también dijo Luis Enrique que quería ver si coge los ‘imputs’ del grupo. Ya sabemos lo que significa eso: mucho trabajo y ninguna pamplina. Asensio adolece de un specie de ñoñería que está frenando su carrera. Ha pasado el curso disputando con Rodrygo una plaza que resultó en la final fue para Valverde, tan por encima de ambos en interés y entrega. Y en el duelo le estaba ganando Rodrygo, que aunque se treve poco a encarar es del tipo de jugador que antes se llamaba ‘ratón de armario’, término que no era en absoluto despectivo. Se decía de los que, como él, saben merodear por el área y marcar cuando no se espera.

No sé si Asensio estaría en el grupo de no haber mediado la lesión de Oyarzabal. Ni si Ansu Fati, que sí está pero ya vemos que no ha jugado ni un minuto, se encontrará completamente curado. Pero el caso es que tiene una oportunidad de reengancharse al fútbol, ​​​​porque Luis Enrique ha creado una dinámica de trabajo en la que no caben pamplinas. Si se sacude la murria, aún puede dar grandes soluciones a la Selección y al club en el que juegue, que me temo que ya no será el Madrid. Si ha cambiado a su agente de siempre por Jorge Mendes no creo que sea para renovarsino para buscar un buen destino en la amplia cartera de clubes del superagente.