Los primeros gritos de jugadores en las canchas datan de 1959, según las viejas glorias del tenis, pero tenemos que esperar hasta la década de 1990 para encontrar «aulladores» en serie. Entre los hombres recordamos a Jimmy Connors o Andre Agassi, grandes especialistas en losa en pista.

El fenómeno no ha dejado de crecer desde entonces, hasta el punto de que la muy seria BBC se lanzó en 2015. un «gruñido-metro» (gruñido: grunt en inglés) con el fin de medir el grito de los jugadores masculinos y femeninos. La ya retirada Maria Sharapova alcanzó los 101 decibelios -tanto como una moto desenfrenada- y la bielorrusa Victoria Azarenka los 95 dB.

Según la ciencia, esta es una estrategia ganadora: un estudio de la Revista de investigación de fuerza y ​​​​acondicionamiento de 2014 clasificado en 4,9% de potencia adicional al servir, gritar al golpear la pelota – un otro estudio estimado en 3.8% ganar en el comercio.

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