El perro mastín se considera el sistema más eficaz para proteger al ganado en zonas en las que existe lobo, oso u otro tipo de depredadores. Con la expansión del lobo a comunidades donde la especie había desaparecido, la presencia de estos canes de guarda ha aumentado y no es extraño tropezarse con algún rebaño vigilado por ellos cuando se sale al campo. En esta situación, “tanto el ganadero como el senderista, ciclista o paseante debe conocer la forma de actuar”, sostiene Ángel Gambín, presidente de la Asociación del Mastín Español. Por los caminos rurales se pueden ver, en ocasiones, carteles de advertencia al visitante con las medidas de precaución a tomar. Lo habitual es que los mastines sean de carácter tranquilo y equilibrado y conozcan cuál es su misión, defender al ganado sin constituir una amenaza a las personas. Pero, dadas sus características físicas, de tamaño y fuerza, y el instinto de protección hacia su rebaño, se pueden producir circunstancias en las que consideren que este peligra y pueden llegar a atacar.

La tragedia que se vivió este lunes con la muerte de una joven de 27 años, atacada por siete perros ―tres mastines, dos pastores de careo (perros que dirigen al ganado) y dos cachorros de estos últimos―, entre las localidades zamoranas de Roales del Pan y La Hiniesta, pone de manifiesto que pueden existir ejemplares muy peligrosos, aunque no sea lo habitual. La policía todavía se encuentra investigando qué pudo ocurrir. Aquí damos algunas claves de cómo comportarse ante la presencia de ganado con mastines.

¿Qué hacer si aparece un rebaño custodiado por mastines?

No se debe atravesar nunca el rebaño. Lo mejor es rodear al ganado a pie, dejando al menos 20 metros de separación, y si se puede aumentar la distancia, mejor, explica David Pérez del Molino, miembro de la Asociación Perro de los Hierros. Él pastorea un rebaño de 140 cabras en zona de lobos en la sierra de Madrid, que cuidan cuatro mastines. Si el perro se encuentra en medio del camino y no es posible mantener la separación recomendada, lo mejor es dar la vuelta, tranquilamente, sin nervios y sin correr, porque eso puede convertir a la persona en una presa a los ojos del perro. Tampoco hay que tratar de apaciguarlos.

¿Si se va en bicicleta o corriendo?

Hay que bajarse de la bicicleta, y continuar a pie, porque pueden interpretar el tamaño o la velocidad como una amenaza. Si se va corriendo, hay que parar y seguir el camino andando, lo que debe llevar al perro a relajarse. También se puede usar la bicicleta a modo de barrera entre los perros y el cuerpo de la persona y pasar despacio, pero siempre cumpliendo con la distancia recomendada y sin meterse en medio del rebaño.

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¿Y en el caso de que los perros se acerquen ladrando?

Es su forma natural de actuar para intentar ahuyentar a la persona. Si se corre, grita o se hacen movimientos bruscos, se pondrán más nerviosos. “Hay que tener en cuenta que ellos se acercan unos metros y te marcan un perímetro de seguridad para advertirte de que no te acerques”, explica Pérez del Molino. Lo que quieren es echar al intruso. Si fueran detrás de las personas, los perros no servirían para nada porque es la estrategia que usan los lobos: un ejemplar intenta que el can se aleje del rebaño para que el resto de la manada pueda atacar.

¿Hay que atar a las mascotas?

Si se pasea por el campo con un perro, es necesario atarlo antes de aproximarse al rebaño, porque es una de las situaciones más peligrosas. Un perro grande o pequeño corriendo hacia unas ovejas o cabras, supone una amenaza para el mastín. “Los mastines van a intentar alejarlos de sus animales, y si en ese momento el dueño se mete por el medio, puede ocurrir una desgracia y te puede morder hasta tu perro”, explica Félix García, secretario de la Sociedad Canina de León y experto en comportamiento canino.

¿Es buena idea intentar asustarlos?

Coger un palo o una piedra y tratar de asustar así o de atacar a los perros para alejarlos puede ser contraproducente, porque los vuelve más agresivos.

¿Qué debe hacer el ganadero?

El ganadero debe contar con unos perros equilibrados, que tienen que crecer con los animales a los que van a vigilar, para que se identifiquen con ellos y convertirse así en parte del rebaño. Si el pastor ha perdido el hábito de trabajar con mastines porque el lobo había desaparecido de su territorio, debe formarse. “Son una herramienta muy útil, pero si no se sabe usar, se convierten en un problema”, añade García, el secretario de la sociedad canina leonesa. Si los animales se encuentran en zonas frecuentadas por paseantes, los mastines pueden estar sueltos, pero los perros de carea (encargados de dirigir al ganado, no de custodiarlo) deben estar controlados si se acerca alguien, para no excitar a los mastines. El pastor debe cogerlos o darles la orden de que se queden quietos. Lo normal es que cuando sale algún ejemplar de mastín agresivo, se retire del rebaño, ya que no vale para cuidarlo.

¿Hay mastines más peligrosos que otros?

El mastín es una raza de guarda creada y seleccionada durante miles de años y su estado normal es acompañar al ganado y no atacar. “Se suele tumbar en un lugar desde el que vigila al ganado y, si detecta a alguien, se levanta, mira, da algún ladrido, y se va poniendo de pie, pero si no respondes y evitas meterte en su territorio, él no debería ir detrás de ti”, asegura Gambín, presidente de la Asociación Española de Mastín español. Ahora ha habido una derivada, y se han empezado a ver mastines de mayor tamaño y algunos más fieros, algo que no es necesario para cuidar el ganado. Esos sí pueden ser más peligrosos.

¿Se les puede dar de comer o acariciar?

Es contraproducente. No se les debe ofrecer alimentos, ni acariciarlos, ni acercase a hacerse una foto, por muy amigables que sean, sostiene Pérez del Molino. Se pueden habituar a acercarse a las personas que pasan por allí y si alguien se asusta y sale corriendo, se puede producir un conflicto que acabe con algún daño.

¿Cómo se adquiere un mastín de guarda?

No existe un control y tampoco se encuentran dentro de la nueva ley de bienestar animal, aunque todavía queda por desarrollar el reglamento y decidir cuáles son los perros de guarda de ganado. Normalmente, no se compran, siempre se han intercambiado entre los ganaderos, porque se considera que los mastines de criaderos no cuentan con el mismo instinto de guarda que los que han nacido en el rebaño. Incluso pueden existir cruces peligrosos, que vengan de otra línea y que sean más agresivos, sostienen los expertos consultados. “Lo de los mastines es increíble, los introduces con dos, tres meses con el ganado y ellos aprenden y, por supuesto, en muchas ocasiones, tienen a los padres que les enseñan”, comenta Pérez del Molino.

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