PAGnuestro volcar la mesa a veces requiere medidas fuertes. No eslóganes, sino propuestas estructurantes que impulsan un nuevo modelo, un cambio de paradigma. Esta es exactamente la idea del billete climático. Mientras los alemanes han pasado de la experimentación a la práctica con el lanzamiento de un abono ilimitado para pequeñas líneas a 49 euros al mes, Francia sigue congelada en sus andanzas, detrás de un modelo ferroviario que se desmorona.líneas, material rodante antediluviano, sistema de señalización obsoleto … Por no hablar de las consecuencias sociales: usuarios enfadados, poblaciones asignadas a residencia, división territorial, exclusión, reinado de todos los coches… El movimiento de los «chalecos amarillos» sacó con fuerza a las autoridades públicas. su negación.

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Pero las medidas tomadas resultaron ser, en el mejor de los casos, cortoplacistas y, en el peor, electoralistas. A los 10.000 millones de euros anunciados por el presidente para salir de la crisis de los «chalecos amarillos», hay que sumar los 10.000 millones gastados en 2022, llamados carburantes, para hacer frente a la subida del precio de la gasolina. Estas dos medidas aportan un mismo tema: la aberrante y anacrónica dependencia de los franceses del coche privado.

Con el tren es posible crear un nuevo modelo de movilidad. Transformando las estaciones en hubs intermodales, por ejemplo, con parkings vigilados para bicicletas o patinetes, parkings para carpooling con estaciones de carga para coches eléctricos, etc. También hay que revisar el tipo de material rodante. ¿Por qué hacer funcionar trenes que son demasiado grandes y con poca frecuencia, cuando es menos costoso (de comprar y mantener) hacer funcionar trenes más ligeros que circulan con más frecuencia? En cuanto a la señalización, está totalmente obsoleta. Debemos reinvertir para ponerlo a la altura, para acabar con los daños y los retrasos.

pozo de dinero del coche

Porque lo que está en juego es doble. La dimensión climática es obvia. El sector del transporte genera nada menos que un tercio de las emisiones de CO2 En Europa. Es el único sector que no ha bajado su huella de carbono desde la década de 1990.

Pero, más allá de eso, el billete climático tiene una dimensión social en un momento en que la sociedad francesa atraviesa una gran crisis de movilidad. El tren para todos reduce la brecha territorial que socava nuestro país entre, por un lado, los franceses en el centro de las ciudades y, por otro, los franceses en las zonas rurales. Por no hablar de sus efectos virtuosos sobre el poder adquisitivo, mientras que el coche, que ya es muy caro, se convertirá en un verdadero foso de dinero con el esperado aumento de los precios de compra y del combustible.

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