La historia que cuentan las imágenes firmadas por el estadounidense Jake Naughton, producidas a lo largo de cuatro años y en tres países (Kenia, Uganda, Estados Unidos), no se puede contar a simple vista. Esta serie con el enigmático título, «Así late el corazón» (“así es como late el corazón”), mezcla retratos, primeros planos de parte de un rostro, una mano o un rosario, abrazos en una cama… Todo comenzó en 2014, cuando Uganda presenta un proyecto de ley crudamente doblado en los medios de comunicación «Matar a los homosexuales» (“matar a gays”), haciendo que las personas con relaciones homosexuales sean pasibles de la pena de muerte, en caso de reincidencia o de relaciones sexuales sabiendo que son portadores del virus del SIDA en particular. Esta será declarada inconstitucional por falta del quórum necesario en cuanto al número de diputados que hayan tomado parte en la votación.

Este acoso legislativo conoció en un nuevo episodio, a finales de mayo, con la promulgación de una ley considerada por organizaciones de defensa de los derechos LGBTQ como una de las más represivas del mundo. Esto estipula, por ejemplo, que cualquiera que promueva «científicamente homosexualidad» enfrenta hasta 20 años de prisión. También obliga a todo ciudadano ugandés a denunciar a una persona de la que presuma que es homosexual. Por último, existen las terapias de conversión y la prescripción de medicamentos destinados a cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona. Además, una disposición establece “homosexualidad agravada” (reincidencia) un delito punible con la pena capital.

El círculo vicioso de la visibilidad

En 2014, Jake Naughton, entonces fotoperiodista independiente, fue enviado a Kenia durante cinco días, junto con el periodista Jacob Kushner, para seguir a los refugiados LGBTQ, principalmente ugandeses, que huían de la persecución. “Kenia no es una panacea para las minorías sexuales, reconoce a Jake Naughton. Pero la presencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas era fuerte allí, y personas de todo el este y centro de África se ofrecieron a buscar refugio allí. » Los dos hombres recogen tantos testimonios, y de tal complejidad, que deciden continuar con este trabajo.

    Shamim, una mujer transgénero, aquí en 2017, en Kampala.

«Kenia ha tenido una ola de xenofobia y homofobia al mismo tiempo, recuerda Jake Naughton. Los exiliados que fotografiamos quedaron atrapados en el fuego cruzado. » En ese momento, las ambiciones legislativas de Uganda hicieron correr mucha tinta, pero las condiciones de vida de la gente allí fueron objeto de pocos informes. Naughton y Kushner documentan focos de resistencia LGBT y la supervivencia de una comunidad queer clandestina. «Era un círculo vicioso, resume el fotógrafo. Como eran notoriamente oprimidos, los ugandeses LGBTQ ganaron visibilidad internacional y obtuvieron el apoyo de embajadas y ONG. Pero cuanto más visibles eran, más crecía la represión. »

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