Israel y Hamás, con la mediación de Qatar, están cerrando los últimos detalles de la primera tregua en los 46 días de guerra, según fuentes de las partes implicadas. El acuerdo, que abarca varios días de alto el fuego, permitirá la entrada de más ayuda humanitaria a Gaza y un intercambio de rehenes en manos de milicianos palestinos por prisioneros palestinos en cárceles de Israel. Esa operación afectaría tanto a mujeres como a menores por ambas partes.

Así se desprende de un comunicado que el líder político de Hamás, Ismail Haniya, ha enviado a la agencia de noticias Reuters y de las declaraciones que otro miembro de la organización, Issat el Reshiq, ha realizado a la cadena catarí Al Jazeera. “Estamos en el punto más cerca de lo que hemos estado de llegar a un acuerdo”, reconoció a Al Jazeera el portavoz del Ministerio de Exteriores de Qatar, Majed al Ansari. Los detalles de cuántos días se detendrán las hostilidades o cuántos rehenes y presos quedarán libres está previsto que los hagan públicos las autoridades de ese país. Hasta el propio primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que no suele abordar el asunto, reconoce que hay “progresos”. “Espero que pronto haya buenas noticias”, dijo ante un grupo de reservistas, según un comunicado hecho público desde su oficina.

Las negociaciones, en las que participan también Egipto y Estados Unidos, llevan semanas de evolución y han estado varias veces cerca de llegar a un acuerdo, según trascendió en los últimos días, pero esta es la primera vez que, oficialmente, una de las partes, Hamás, es tan explícita.

Hamás llevó a cabo el pasado 7 de octubre el mayor ataque sufrido por Israel en sus 75 años de historia, que causó unos 1.200 muertos y en torno a 240 rehenes llevados a Gaza, según las autoridades de Israel. La reacción del ejército de ese país ha dejado más de 13.000 muertos en la Franja y unos 200 muertos y casi 3.000 detenidos en Cisjordania.

El acuerdo demuestra que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, no puede resolver la crisis de los rehenes solo por la vía de las armas y que tiene que “pagar un precio”, dijo Qadura Fares, ministro encargado de prisioneros de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), durante una entrevista el pasado viernes con EL PAÍS. Fares, que pasó 14 años en cárceles israelíes, reconocía que no tiene detalles de las negociaciones, pero no dudaba de que “la suerte de los prisioneros palestinos también está en la mesa” de negociaciones. Se refería a que, en paralelo a la liberación de rehenes de Gaza, se iba a acordar la salida de cárceles israelíes de algún número de reos, especialmente mujeres y niños. La de liberar presos palestinos es una exigencia que, desde el principio de la guerra mantuvo Hamás, recordó el ministro.

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La presidenta del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Mirjana Spoljaric, se reunió el lunes en Qatar con Haniya, según reconoció en un comunicado el organismo humanitario, con décadas de experiencia en la resolución de este tipo de crisis. Además de la “inmediata” liberación de los secuestrados, reclaman tener acceso a los rehenes para que puedan ser atendidos y que puedan comunicarse con sus familias. El CICR insiste en que no participa en las negociaciones, pero que, como en anteriores ocasiones en la presente guerra, sus equipos están dispuestos a facilitar las liberaciones que se acuerden.

Hasta el momento, Hamás solo ha liberado a cuatro mujeres. Por otro lado, Abu Obeida, portavoz de las Brigadas de Ezedin al Qassam, brazo armado de la milicia, anunció a principios de noviembre que más de 60 de los 240 rehenes han muerto en Gaza a consecuencia de los bombardeos israelíes y que de 23 de ellos ni siquiera habían podido recuperar los cuerpos.

Desde que comenzó la actual contienda bélica el 7 de octubre, son ya más de 2.700 los detenidos en Cisjordania y Jerusalén Este, por lo que las prisiones israelíes han pasado de tener 5.300 internos palestinos a unos 8.000 en estas semanas, de los que unos 300 son menores y 70 mujeres, según las cifras que maneja Fares. Aparte, hay un millar de habitantes de Gaza en paradero desconocido que tenían permiso de trabajo en Israel y a los que la guerra cogió fuera de la Franja.

Qadura Fares afirmaba en su entrevista que Netanyahu se halla bajo una fuerte presión y “cada hora es importante para él”. El primer ministro israelí se encuentra, además, en medio de las críticas de las familias de los rehenes y, por otro lado, de la presión del ala más nacionalista y de extrema derecha de su Gobierno, que le exige firmeza y seguir actuando a sangre y fuego en la Franja.

Hasta el momento, además esos más de 13.000 muertos y de reducir Gaza a escombros, los militares desplegados como fuerzas de ocupación en la Franja han logrado capturar a más de 300 “terroristas” que han sido trasladados a territorio israelí, donde están siendo interrogados, informó el ejército el lunes. Se unen a los varios cientos que ya detuvieron el 7 de octubre y en días posteriores en los alrededores de Gaza tras la matanza y que también están siendo interrogados.

El ministro Fares no quita desde Cisjordania ojo de cuanto ocurre en Gaza, pese a que el Gobierno de la ANP del que forma parte manda poco en la que es parcela de Hamás. Concede la entrevista vestido de faena junto a sus olivos y pide cambiarse cuando llega el momento de la foto. Entonces vuelve a referirse a la guerra en el enclave mediterráneo y sentencia: “Si el precio de una Palestina libre es matar a los niños como los están matando en Gaza, prefiero estar así otros 50 años. No quiero salvar a mi país por ese camino”.

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