Diez mil pasos y más. Los estudios sobre el tema se multiplican: la actividad física tiene un efecto beneficioso sobre la enfermedad de Parkinson. “El ejercicio parece ayudar, quizás incluso mejorar los síntomas y tener un efecto neuroprotector, no siendo este último mostrado con drogass », explica Mathieu Anheim, profesor de neurología en el Hospital Universitario de Estrasburgo. Esta patología neurodegenerativa, que afecta a las neuronas dopaminérgicas -implicadas en el control del movimiento- afecta a unas 200.000 personas en Francia. Sus efectos varían mucho de un paciente a otro: rigidez, lentitud de movimientos, temblores en reposo, problemas de equilibrio… y muchas veces un gran cansancio. Otros síntomas como depresión, ansiedad, trastornos del sueño pueden afectar a los pacientes, con repercusiones en las actividades de la vida diaria. Si la enfermedad no se cura, se puede aliviar con medicamentos y con un mejor estilo de vida, incluida la actividad física.

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Esto incluso actúa como una medida preventiva, como lo demuestra una vez más un estudio francés publicado el miércoles 17 de mayo en Neurología. Dirigido por el equipo del investigador Alexis Elbaz (Centro de Investigación en Epidemiología y Salud de la Población, Inserm, Paris-Saclay, Versailles-Saint-Quentin University), este trabajo se llevó a cabo utilizando datos de la cohorte francesa E3N, integrado por 100.000 mujeres, con un seguimiento de hasta veintinueve años. Los investigadores han demostrado que las mujeres más activas tienen un 25 % menos de riesgo de desarrollar la enfermedad en comparación con las menos activas. Pero es especialmente entre las personas que ya tienen Parkinson que los efectos de la actividad física son los más documentados.

Ciclismo, carrera, natación, etc. “El ejercicio aeróbico de refuerzo a alta intensidad tiene efectos positivos sobre los síntomas motores y también sobre la progresión de la enfermedad”, según un estudio publicado el 9 de mayo en el Diario de la enfermedad de Parkinson, realizado por el equipo de Thomas H. Oosterhof (Centro Médico de la Universidad de Radboud, Nijmegen, Países Bajos). Para que conste, una intensidad reforzada está entre el 60% y el 80% de la frecuencia cardíaca máxima; alto, entre 80% y 85%.

Un ensayo clínico aleatorizado, realizado por un equipo de médicos holandeses, publicado en septiembre de 2019 en La neurología de Lancetuno demostró que el ejercicio aeróbico atenúa la progresión de los síntomas motores en la enfermedad de Parkinson, en particular los trastornos posturales y de la marcha.

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