El 25 de abril, Rajni Biki no estaba lejos de su casa, había ido a hacer un mandado para cenar en el puesto de su barrio en el sur de Nueva Delhi, cuando un perro de repente se abalanzó sobre ella y le clavó los colmillos en la muñeca. “Fui a casa inmediatamente para enjuagar bien la herida con agua y jabón durante quince minutos, como recomiendan las campañas de prevención, luego fui al hospital”, dice esta madre de cinco hijos. Acudió al hospital público de Safdarjung, uno de los principales establecimientos para la rabia, que le administró un suero, además de recetarle cuatro vacunas antirrábicas, repartidas en un mes. Ella está en su tercera dosis y su muñeca todavía tiene un hematoma amarillento y cicatrices.

El centro antirrábico, tan grande como el vestíbulo de una estación, Está en el sótano del hospital y nunca está vacío. Los carteles colocados en las paredes recuerdan las instrucciones de precaución: manténgase alejado de los perros, no los toque, no los asuste, evite el contacto visual. En la recepción, un hombre con bata blanca observa los juegos de los recién llegados a la luz de la linterna de su teléfono y luego los dirige hacia la sala de inyección. “Recibimos entre trescientas y cuatrocientas personas al día”asegura el médico, que no quiso dar su nombre.

Nidhi (que desea permanecer en el anonimato), cuarentena, asistir a su vez en medio de otros veinte heridos. Fue atacada en la pierna el día anterior por un perro callejero y no pudo ir directamente al hospital debido a los torrenciales aguaceros que inundaron las calles de la capital india y paralizaron el tráfico. Está preocupada porque sabe que tiene que actuar rápido. El virus de la rabia siempre es mortal una vez que se declaran los primeros signos de la enfermedad. Las lesiones más peligrosas son las que se han producido en la cara y las que son profundas y han llegado a los nervios. Si el virus no se detiene a tiempo, la enfermedad infecta el sistema nervioso y altera las neuronas, incluidas las que regulan la actividad cardíaca.

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Seis meses desde que aumentó el número de mordeduras de perros en la capital india. Los establecimientos Safdarjung y Ram Manohar Lohia, dos hospitales de referencia de rabia en Delhi, reportaron 29.698 y 18.183 casos respectivamente, casi tantos como el año 2022, que había sumado 51.000, sin contar las visitas a otras instituciones o clínicas privadas. La población de perros callejeros en la capital ha superado el medio millón.

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