Una marcha a pie de los familiares de los aproximadamente 240 rehenes en Gaza, a la que se fueron sumando miles de israelíes, ha logrado este sábado arrancar al primer ministro Benjamín Netanyahu una invitación al Gabinete de guerra y el compromiso de mantener a las familias al corriente de las negociaciones para la liberación de los secuestrados. Horas antes, una multitud que los organizadores calcularon en 25.000 personas llegó ante el Parlamento y la sede de la jefatura del Gobierno tras recorrer a pie en cinco días los 66 kilómetros que separan Tel Aviv de Jerusalén. En el corazón del poder político de Israel, los manifestantes corearon el lema que se ha convertido en el mantra de los seres queridos de los cautivos y en un reproche apenas velado al Gabinete de guerra israelí, al que acusan de haberlos abandonado: “Traedlos a casa ahora”. Poco después, Netanyahu ha formulado su invitación y se ha comprometido a mantener informados a los familiares. “He visto la marcha a Jerusalén. Quiero decirles a las familias: marchamos con vosotros. Yo marcho con vosotros”, ha afirmado en una rueda de prensa.

La última vez que el jefe del Gobierno israelí se reunió con las familias de los rehenes, principalmente en manos de Hamás y la Yihad Islámica, fue el pasado 21 de octubre. También en aquella ocasión, cedió y recibió a un grupo de allegados, solo después de otra protesta que congregó a unas 250 personas en Tel Aviv, el mismo día en que se había producido la hasta entonces mayor oleada de bombardeos en Gaza. Después de ese encuentro, Netanyahu dijo “tener el corazón roto” y se comprometió con las familias “a agotar cualquier vía para devolver a casa a sus seres queridos”.

Casi un mes después, esa promesa sigue sin dar fruto. Solo cuatro mujeres han sido liberadas y las familias del resto de secuestrados convocaron la marcha para redoblar la presión sobre Netanyahu. “Lo que le reprochamos al Gobierno es que no nos mire a la cara, que no nos escuche y que nadie nos diga lo que van a hacer para que se libere a nuestros familiares”, ha asegurado este sábado, después de que la marcha llegara junto al Parlamento de Jerusalén, Adriana Adar, de 64 años.

Como otros familiares, Adar sostenía que esta marcha era “apolítica”, pero luego criticaba que Netanyahu se hubiera negado a recibir a las familias y que solo dos ministros, Benny Gantz y Gadi Eisenkot, hubieran aceptado reunirse hasta entonces con ellos. Ambos, además, estaban en la oposición hasta que decidieron integrar el Gabinete de concentración creado ex profeso para la guerra. El conservador Likud, el partido del primer ministro y principal socio de la coalición, “ni siquiera había contestado” a la petición de un encuentro, aseguraba entonces la mujer. Mientras, un portavoz del movimiento en defensa de las familias acusaba al Ejecutivo, a través de los altavoces de una furgoneta, de “maltratar” a los seres queridos de los rehenes.

Adar es la nuera de Yafa Adar, la anciana de 85 años que aparecía en una foto de Hamás con gesto resignado mientras los fundamentalistas la transportaban, después de secuestrarla en el kibutz Nir Oz, en un cochecito abierto como los que se usan en los campos de golf. Uno de sus nietos, Tamir Adar, de 38 años, también fue raptado. “[El siete de octubre] nos abandonaron. Nuestros familiares estuvieron ocho horas sujetando la puerta de la casa para que los terroristas no entraran, escapando de los incendios y tratando de huir. En una comunidad de 400 personas, entraron 300 terroristas, y cuando llegó el primer soldado les había dado tiempo a matar, a quemar, a robar y a secuestrar. Y ni siquiera nos han pedido perdón”.

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“No nos interesa cómo lo van a solucionar, para eso los elegimos. Lo que queremos es que los traigan a casa. Que hagan lo que sea necesario; que hablen con Hamás, con Qatar, con Estados Unidos, con España o con Alemania. Queremos que vuelvan y que vuelvan todos. No nos vale que solo liberen a las mujeres y a los niños, ¿qué pasará entonces con los hombres y los jóvenes? Mi suegra tiene 85 años y no tiene tiempo”, afirmaba Adar.

“Inocentes” en Gaza

Entre la multitud que este sábado avanzaba por la nacional 1 que une Tel Aviv con Jerusalén, antes de llegar al barrio que alberga el Parlamento y las principales instituciones nacionales, un hombre lucía una camiseta con la imagen de Yehudit Weiss, de 65 años, la rehén cuyo cadáver fue hallado el jueves por soldados israelíes en Gaza. De los aproximadamente 240 secuestrados, solo se han recuperado los cuerpos de tres, entre ellos el de Weiss. Vídeos difundidos por el movimiento fundamentalista palestino han mostrado lo que parecen los cadáveres de otros rehenes. Uno es el de la madrastra de Maayun Kaplun.

El rostro de Kaplun, de 41 años, es un calco doloroso del de su padre, Dror Kaplun, que sonreía en la foto de la pancarta que este sábado enarbolaba la mujer. Kaplun descubrió que su progenitor, de 68 años, había sido secuestrado por Hamás junto con su esposa en el kibutz Beeri, a tres kilómetros de Gaza, en un vídeo en Telegram. Como la nuera de Yafa Adar, esta mujer no criticaba los bombardeos israelíes de Gaza, y este sábado pedía que se rescatara “a todos los inocentes, los niños que están allí”, en referencia a la treintena de menores israelíes secuestrados en la Franja, no a los gazatíes.

Los bombardeos ponen en riesgo también la vida de los secuestrados, concedía Adriana Adar, pero, aun así, esta mujer repetía el discurso oficial israelí que asegura que sus militares “están haciendo todo lo posible para sacar a la gente inocente del [norte de] Gaza y llevando incubadoras a los hospitales”.

Globos con el lema «Traedlos a casa» en la marcha de los familiares de los rehenes, en Jerusalén. Álvaro García

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