jOhn Podesta es un viejo veterano de la política, tal y como nos encontramos en la serie estadounidense. El demócrata de 74 años sirvió a la sombra de Bill Clinton y Barack Obama, lideró la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016 y ahora es asesor de Joe Biden. Y como tal responsable de la implementación de la famosa Ley de Reducción de la Inflación (IRA), que pretende reindustrializar América, gracias a subsidios masivos para la transición ambiental.

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Artesano de la gran aventura de la globalización de los 90, bajo Clinton, ahora es el encargado de cerrar este capítulo sin reparos. “No vamos a disculparnos por el hecho de que los dólares de los contribuyentes estadounidenses deban financiar inversiones y empleos estadounidenses”declaró, el viernes 24 de febrero, en una entrevista con el Tiempos financierosen el tono de lo obvio.

Una evidencia que lleva el germen de un vuelco en el comercio internacional y un grave problema para Europa, construido en torno a la filosofía del libre comercio. “Estados Unidos está completando y acelerando su desconexión económica producida desde el final de Bretton Woods en 1971”dice la economista Véronique Riches-Flores, en su última nota del 24 de febrero.

“Riesgo de fragmentación”

En una visita oficial a los Estados Unidos el 30 de noviembre de 2022, el presidente Emmanuel Macron ya subrayó una «riesgo de fragmentación de Occidente». Desde entonces, este pánico europeo ha sido alimentado por los clarísimos mensajes de los industriales del Viejo Continente, que amenazan con favorecer a Estados Unidos en sus nuevas opciones de inversión, dadas las ventajas fiscales que ofrecen y el precio de la energía.

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No es casual que las medidas americanas se refieran a la transición energética. Además de la urgencia de actuar, este es el sector que más depende de las subvenciones públicas para su desarrollo. El último ejemplo hasta la fecha es el intento de los productores de energía eólica marina en el Reino Unido, que están intentando, según el Tiempos financieros, renegociar sus contratos con el gobierno británico.

Al otro lado del Canal se aceleran los proyectos energéticos, desde Roma a Berlín, pasando por París o Amsterdam. ¿Debe hacerse esto reservando la ayuda para inversiones y puestos de trabajo europeos? Los franceses son para; los principales exportadores del Norte, Alemania a la cabeza, ferozmente en contra, porque temen la espiral de represalias que diezmó la economía de la década de 1930. Encontrar un acuerdo requiere cambiar el software europeo y ponerse de acuerdo con los estadounidenses. No es ganar.