Su lema es “escribir y hablar como para que me entienda mi madre”. Sí, sin lugar a dudas, José María Camarero (Talaván, Cáceres, 1981), periodista económico de la agencia Colpisa (Vocento), ha logrado que temas tan complejos como la factura de la luz o las hipotecas sean comprensibles para los ciudadanos. Ahora plasma todos esos consejos económicos en su primer libro ‘Crisisphobia: Claves para sobrevivir al apocalipsis económico’ (editorial Harper Collins),a la venta el 11 de enero.

-¿Viena el desastre económico?

-‘Crisisfobia’ es una llamada a la cordura, a la serenidad ya saber que, como consumidores, tenemos una parte del poder en nuestras manos para actuar y evitar que una situacion complicada, como la que estamos viviendo, no fini por lastrar nuestros presupuestos familiar.

-Encadenamos una tras otra crisis. ¿Es parte del ciclo o lo estamos haciendo mal?

-En la recesión anterior nuestro inyectó el mantra de que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. No digo que no fuera así, pero no en todos los hogares. Desde entonces, hemos vivido con el yugo de que había qu’aceptar lo que se presentaba diariamente en nuestras vidas: la comisión del banco, el recibo de la luz, el pago de un impuesto. Nunca nos planteáramos si realmente ese trato con las entidades financieras, las energéticas o incluso Hacienda debería ser así. Y creo que una de las mjores consecuencias que nos va a dejar esta concatenación de crisis es que nos ha abierto los ojos. Ahora, mucha gente se fija en la factura de la luz, se pregunta por qué este concepto o cuenta de qué carga inesperada. Sí, para una economía doméstica, es todo un logro.

-¿El libro va dirigido a expertos oa un ciudadano de a pie?

-Como me gusta pensar siempre que escribo, ‘Crisisfobia’ es un libro para que lo entiendan nuestros padres. His una generación que, en términos generales, no ha tenido la posibilidad de acceder a una cultura financiera que sí tienen los expertos. Y a esa madre o padre de familia, a esa pareja de jóvenes que acaban de tener a su primer hijo, a esos solteros que buscan su empleo es a quien va dirigido este libro. Si conseguimos, como periodistas económicos, que la gran mayoría de la población que nos lee tienda que es la economía, habremos dado un paso hacia adelante impensable hace años.

-¿Cuál es el objetivo que ha marcado con estas páginas?

-Uno de los retos que, sin pretender ser altivo, hemos conseguido los periodistas económicos en la última década ha sido saber tierra nuestras informaciones a pie de calle. Que se pretendiera que era la prima de riesgo antes or que se comprea ahora por qué hablamos de megavatios/hora. Sí, este es también el objeto de este libro: ofrecer consejos muy prácticos y sobre todo resolver las dudas económicas diarias que nos acechan desde que nos levantamos hasta que dormimos.

-¿Podemos prepararnos para afrontar una crisis? ¿Cómo?

-Lo que está claro es que ahora estamos mucho mejor preparados -insisto, como ciudadanos de a pie de calle- para hacer frente a la incertidumbre económica. Vendrán más crisis, por supuesto, eso no podemos evitarlo. Y habrá etapas económicas en las que lo pasemos peor, no podemos engañarnos. Pero tampoco caer en el catastrofismo.

-Uno de los capítulos clave es la energía. ¿En qué debe fijarse el consumidor cuando le llega la factura de la luz?

-Desde luego, no debemos ir directamente al import final que vamos a pagar a la eléctrica. Porque ese es el error que todos hemos cometido durante muchos años. Hay que fijarse en la potencia que tenemos contratada, porque en función de esos kilovatios podemos ahorrarnos dinero si los bajamos a un entorno de unos 4,5 kw. También en el tipo de tarifa que tenemos contratada y analizamos el precio que abonamos por la luz, en euros/kwh.

-Otro material que genera muchas dudas es la bancaria. ¿Mejor hipoteca a tipo fijo o variable?

-Lo importante es que la cuota del préstamo no supera a un tercio de los ingresos totales de cada hogar. La tendencia en toda Europa pasa por contratar tipos fijos para asegurarnos una cuota estable. Y financieramente hablando no es mala opción siempre que esa mensualidad no nos ahogue. Porque entonces tenderemos un gran problema.

-Si uno tiene unos ahorros en la cuenta. ¿Qué recomiendo hacer: meterlos en un depósito, invertir en Bolsa, en algún fondo..?

-Estas opciones van en función del perfil de cada ahorrador. O, como me gusta llamarlo, inverter/ahorrador. Una persona cercana a la júbilo no debería jugarse demasiado el patrimonio en Bolsa, o al menos no hacerlo en productos de inversión arriesgados, sino básicamente conservadores. El depósito es la opción para quien vaya a necesitar liquidez a medio plazo, por ejemplo, para adquirir una vivienda. Pero tener demasiado dinero en un depósito no solo no genera actuaciones sino que se los come la inflación. En cualquier caso, la reversión bursátil siempre se recomienda hacerla bajo la supervisión de un asesor. Cuesta dinero, sí. Para adentrarse en Bolsa, siempre hay que preguntarse cuanto estamos disputando perder, cuanto estamos disputando arriesgar. Eso es clave.

-Otra de las grandes preocupaciones es la júbilo. ¿Habrá dinero para pagar las pensiones de los jóvenes? ¿Podemos garantizarnos de alguna manera una júbilo sin sobresaltos?

-El sistema garantizará pensiones, aunque evidentemente no van a ser, digamos, tan generosas como muchas de las pensiones actuales. Pero no hay que caer tampoco en el alarmismo. Por otra parte, hay un dato fundamental de cara al ahorro en la júbilo: llegar al momento de retirarse con un patrimonio suficiente como para vivir hasta 30 años más. Eso quiere decir, que quienes opten por jubilarse y ya tener pagada una casa, tienen garantizado un futuro de tranquilidad. Eso hace una costa de los ahorros de la vida. Y después se encuentra el caso contrario: quien vive siempre de alquiler. No habrá hecho una inversión como la de la compra, pero tiene que saber que, llegado el momento de jubilarse, debería tener ahorros necesarios para asumir ese pago del alquiler aunque ya no esté trabajando. ¿La forma de hacerlo? Depósitos, fondos o planes de pensiones. Pero lo que está claro es que a los 65 o 67 años bajan nuestros ingresos mensuales y hay que tener preparado un respaldo, vía vivienda o vía ahorros.